Hoy bailé con mis demonios y al mayor le besé los cuernos. Me abrí el pecho y le pedí que entrara en mi corazón. Porque también es su hogar y hay espacio para los dos: contengo un universo entero. Él, ya dentro de mí, me dio la llave que había perdido y que llevaba años buscando. Me dijo: Eres libre. A partir de hoy ya puedes abrir todas tus puertas. El año pasado un desconocido me dijo que hasta que no llegara a la raíz de mi dolor, iba a depender de cualquier cosa para estar bien. Qué razón tenía.