El mar que hay dentro de mí se agita y las olas me retumban en la cabeza.
No intento aquietarlo, como tampoco intento luchar contra los mil caballos salvajes que galopan en mi pecho. Hoy hay ruido y hay caos. Los siento a flor de piel. Me digo a mí misma que no me asuste, que lo vea desde otra perspectiva, una en la que mi cuerpo me habla y me dice que sigue vivo y que me corresponde seguir luchando por los dos.
Aún siento cosas que me hacen pensar, pero ya no quiero analizar más nada, porque me aleja de mi intuición y da pie a que el trauma y el dolor sean quienes tomen las decisiones, haciendo el pasado presente una vez más.
Estoy aprendiendo a vivir y a moverme más ligera, sin equipajes añadidos. Hay pesos que nos hunden y nos estancan. Alguna vez leí: La vida se entiende hacia atrás, pero debe vivirse hacia adelante.
No todo tiene arreglo, aceptarlo es el arreglo.