Han sido años, pero hoy ya estoy en paz con el concepto de que no hay personas buenas ni personas malas. Hay personas que sufren y ese sufrimiento lastima a los demás.
Hace poco tuve la oportunidad de entrar en una discusión y opté por no pelear, a pesar de que sentía la adrenalina en el cuerpo y el calor en el pecho y en la cara. No lo hice porque pude ver que yo me proyecto en otros y otros se proyectan en mí. Cada uno con su rencor, cada uno con su amor y cada uno con su historia. Nada es personal.
Mis nuevos conceptos son abstractos, pero claros.
1. Hago y olvido.
2. Repito y recuerdo.
3. Resisto y persiste.
4. Integro y libero.
Sigo destapando cloacas porque sin la verdad no puedo ser libre. Leí un texto antiguo que dice así «la luz que brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron». Sí, desgasta brillar en lugares en donde no entienden tu luz, pero también hay que reconocer que si brillas desde el ego tu luz será falsa y se apagará como se apaga la luz de una vela ante la suave brisa.
Hoy agradezco, más que nunca, a todas las personas que se han presentado en mi vida para que yo pudiera proyectar mi sombra en ellos. Siempre serán mis grandes maestros. Ahora sé que quien no se mueve, no escucha las cadenas que le coartan la libertad.