Estoy logrando sentarme, cara a cara, con lo que me incomoda y estar en paz, sin sentir la urgencia de cambiar nada. Todos los días cierro los ojos y me concentro en deshacer el nudo que viaja de mi espalda a la garganta, porque quiero que mi cuello vuelva a tener libertad de movimiento y que las palabras puedan fluir sin restricciones. Si tuve la capacidad de enfermar mi cuerpo, es porque tengo la misma capacidad para curar lo que me ha enfermado el alma y todo lo que vive dentro de mí. Respetar el hecho de que no todo va a mi ritmo. Cada cosa se rige por un tiempo y no siempre será compatible con el mío. Han pasado los años… Nadie llega roto al mundo. Nadie debería irse roto del mundo. Qué importante es vivir por convicción y no por inercia.