Me gusta pensar que dentro de mí hay un mar. A veces se me sale de los ojos en pequeñas gotas. La gente y sus palabras le llaman lágrimas, yo creo que es ese mar. Estoy segura. El agua salada que se desborda de mis ojos, pertenece al mar. Entonces pienso, si el mar tiene la fortaleza para serenarse después de la tormenta, yo también puedo hacerlo. Porque el mar y yo tenemos algo en común, somos agua con sal.