Ya no estoy dispuesta a perder el tiempo con quien no quiera perderlo conmigo, ni de suplicar que me busquen. No pretendo que nadie me encuentre. Me aburre la gente que pregunta sin querer escuchar las respuestas, sobre todo las verdades. No, ya no me llevo bien con esa estúpida necesidad de pertenecer y encajar, ni de tener la aprobación de los demás para seguir adelante. Quien la necesita, no sabe andar. No quiero volver a compararme con nadie, mi molde de 1.54 es peculiar y, llegando a mis casi treinta y tres años, ya no me interesa cambiarlo. Conquistarme ha sido el reto más grande de mi vida. Son innumerables las historias que tienen que contar los lunares y las marcas de mi cuerpo, como para que siga perdiendo el tiempo contándoselas a quien no esté dispuesto a perderlo conmigo.