Y a veces pienso que es sólo el reflejo de mi ansiedad, de mis ganas de descubrir el mundo y al mismo tiempo del miedo a hacerlo, del aburrimiento que siento por las tardes, de esa necesidad de estar sola pero siempre acompañada, de mi terquedad y del desenfreno que me provoca hipo. No, ya he dejado de creer que es un perro, porque dicen que todo se parece a su dueño, y ella es sólo un espejo.