Este año empezó diferente, no quiero decir «empezó mal» porque las palabras pesan y es darle importancia a lo que no quiero que la tenga. Sin embargo, me enseñó que las crisis de ansiedad, la depresión y el cansancio son señales de haber aguantado tanto peso por tanto tiempo. Nunca he sido fuerte, pero los golpes me han hecho resistente, y ante la continua adversidad prefiero ser como las palmeras. Los robles se quiebran cuando el viento sopla de más, y yo ya me cansé de quebrarme y fingir ser fuerte.